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CONVOCATORIAS

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Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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2 de mayo de 2009

"De Osuna y sus olivos", una hermosa colección de acuarelas de Juan Gómez Macías



Carlos Castilla del Pino, prestigioso psiquiatra y genial escritor -sin duda, una de las cimas intelectuales de nuestro país-, es el autor del prólogo de un libro singular. Me refiero al que, titulado De Osuna y sus olivos -lema de la colección-, recoge una cincuentena de acuarelas, todas ellas relativas al paisaje y la arquitectura de aquella localidad sevillana, obra del pintor sanroqueño Juan Gómez Macías.
No podemos mirar todo -escribe Castilla del Pino-, pero sabemos que son infinitos los motivos para mirar una y otra vez el mundo que nos rodea. Eso caracteriza al artista, con una peculiaridad añadida: plasma en el papel o en el lienzo lo que descubrió son su mirada. Estas acuarelas son ejemplares. Juan Gómez Macías nos ofrece su mirada de Osuna y sus olivos. La monotonía de los olivos vistos se transforma en la singularidad de los olivos mirados por él, hasta conseguir desvelarnos -porque estaban bajo el velo de lo meramente visto- lo que él miró. Toda mirada es personal. Y aquí estamos en Osuna y sus olivos, pero los de él.
En efecto, esta serie de Juan Gómez Macías constituye una verdadera teoría de la visión, que nos hace evocar la metapoética de Guillermo Carnero. Y es que, poeta él también, ha logrado acercarse a la realidad para extraer de ella esa visión personal que, luego, proyectada sobre el papel, origina una nueva entidad. Me refiero a la obra de arte.
Los olivos, arrancados del suelo por el pintor, se alzan sobre la tierra, se anudan a ella, cobran vida y se metamorfosean, a base de líneas curvas y pinceladas sueltas, en paisajes, en rincones, lugares donde el hombre que transcurre posa apenas sus ojos, acribillado por la incandescencia barroca que expresa perfectamente el talante de la ciudad.
Una hermosa colección, que viene a añadirse a la obra, ya ingente, de uno de los intérpretes más singulares de la gran pintura andaluza.   

© Domingo F. Faílde.-