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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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12 de febrero de 2010

Vicenta Guerra protagonizó una brillante lectura poética en la Casa de las Mujeres


Acostumbra a decir Vicenta Guerra (Jerez de la Frontera, 1932) que, a despecho de su apellido, ella es mujer de paz y, en apoyo de tal afirmación, cita una frase que Dolors Alberola escribió para ella. Cierto es que una y otra no andan en esto erradas, pues la veterana poeta, a lo largo de su dilatada andadura, no ha escatimado muestras de ser, parafraseando a Machado, buena, en el buen sentido de la palabra. Así es, buena como persona y buena como escritora que, haciendo gala de su talante, ha sabido llegar al corazón de la gente; de sus lectores, es obvio, y de cuantos se acercan a escucharla, donde quiera que ella levante su tribuna y desgrane el misterio de su palabra como agua de mayo.    
Ayer, en la Casa de las Mujeres jerezana, cuyo salón de actos se va, por días, quedando pequeño, la volvimos a oír, de la mano de Margarida Ledo, incansable paladina de la causa de la igualdad, y Elisa Constanza Zamora, profesora del IES “Santa Isabel de Hungría”, que ofrecerían al público una puesta en escena sui géneris del perfil del autora, con el apoyo de una performance a cargo de alumnos de distintos niveles educativos. Habremos de admitir que resultó emocionante.    
Y sonó, vigorosa, la voz de Vicenta, que recorrió, atinadísima, su obra, en un ameno paseo que, repetidas veces, sería interrumpido por los aplausos de un público, cuya principal característica, aunque mayoritariamente femenino, era la heterogeneidad, pues había personas de todas las edades y –destaquemos el dato- muchos jóvenes.    
La poesía de Vicenta Guerra cautiva, esto es evidente. Y subyuga, ante todo, por su sencillez, por su ternura, por su delicadeza e ingenuidad, compatibles con un inteligente sentido del humor, que imprime a su discurso un tono divertido y desenfadado. Claro que luego están sus sonetos, más graves, y, por cierto, esperando editor.    
       
Redación.-