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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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9 de marzo de 2010

Juana Castro presentó en Córdoba “La Bámbola”. El acto se celebró en el Rectorado de la Universidad


En una ocasión decliné hablar sobre Juana Castro, porque cierto temor me impulsaba ante una voz tan firme. No quiero en la presente, entrar a releer su libro que conozco magnífico, sino que para la magia se precisa la magia y ella deseo hable a través de mis verbos.   
Leí el poemario de nuestra poeta llamado Los cuerpos oscuros y quedé atrapada ante la fuerza, el dolor, el inmenso cariño y la delicadeza que motiva su pluma. Latía en todo una terrible hermosura, una llaga que supuraba y, simultáneamente, el delirio se apoderaba de una, una quemazón inmensa que no quería paliar y que me conminaba a seguir leyendo.  
Esos versos no eran de mujer –no entiendan que hable de género-, eran versos angélicos, versos que se vertían hacia el más profundo yo y rebotaban en el alma o lo que en su lugar nos habite. Eran puñales, eran corzos saltando, sangrantes de dolor, eran la más tremenda de todas las bellezas. Me impregné con su sangre, todavía me fluye.    
Más tarde, la escuché y confirmé que, si existe una voz, ella es la voz; si existe la potencia, ella la posee; si existe la magia de lo diario, ella lo eleva a sobrenatural, porque nunca estuve más cerca de la mística que cuando le escuché recitar un poema que narra cómo una niña mea en el campo. Mear no era sinónimo de elevarse hasta que Juana Castro lo decidió en sus versos. Desde entonces, no existe más acto que el que eternizó en su tinta.     
Evidentemente, alguien capaz de conseguir que la palabra regrese al origen de su pureza, ha de ser una persona consecuente, en toda su existencia, con ese sentir gigante; tiene que ser, por tanto, comprometida; una mujer con todas las mayúsculas cruzándole el pecho como barcas blanquísimas, una poeta defensora de su visión preclara y, al mismo tiempo, de esa posición desde donde las mujeres contemplamos la vida, la historia, la realidad profunda, que es capaz de imponerse por encima de precintos o normas o discursos. 
Una mujer que defienda a verso y uña a la mujer, como sucede en tantos de sus textos y también en este poemario que hoy les presentamos. Poemario que se adelanta al tiempo, siendo el tiempo y, al tiempo, no dejándolo transcurrir en su intimidad que, a modo de computadora, guarda en los archivos nuestro grito enervado.   
Y, así, a la poesía de Juana se regresa continuamente. Ése es el privilegio de las obras imprescindibles. Las leemos un día y, al cabo de los años, cogemos el volumen de su correspondiente anaquel, lo abrimos con nostalgia de lo leído y, una vez más, experimentamos el hondo escalofrío de la belleza virgen y la sorpresa del descubrimiento.    
Así es su palabra: siempre nueva. Pasear por Narcisia, Paranoia en otoño, Fisterra o Arte de cetrería nos transporta a la aurora de un mundo que ha parido su propia realidad; un mundo femenino que, en el espacio de la conciencia poética de la autora, nos propone un conocimiento y nos induce a una nueva visión, derribando prejuicios y añejas mitologías, reescribiendo la historia, sumándole las páginas que, milenio a milenio y siglo a siglo, se escribieron con la tinta del silencio: Juana Castro les devolvió la voz.    
En La Bámbola. Intrusos en la red, Juana se desnuda ante el vidrio de los ojos y no le importa atravesar la voz, siendo más voz, más materia, más ángel carnal a toda giga. Ella pasa el ratón sobre su tiempo y abre el documento de Word de una realidad que la trasciende, la eleva y la conserva en su memoria. Tiene la fecha cambiada y bien lo sabe, porque no mira ni siente por su naturaleza, sino por esa deferencia de los sueños que la habitan de día, por esa certidumbre de la espada que no corta, porque lucha, por ese ser que, cuando es, es justamente cuando se funde con otro ser, sin otra realidad que la utopía.    
Así, nos llega hoy una conversación entre mujer y máquina, que bien podrá servir en un futuro, y aparece sin fecha de retraso, a pesar de estar escrito hace ya algunos años. El tiempo no es problema para la gran poesía y ahí se ve, ahí está, ahí se diviniza la mano del poeta, capaz de aniquilar el tiempo y el espacio y llegarnos tan fresca como esa agua clara con que el cielo nos riega el pensamiento.    
Con estas palabras efectuó Dolors Alberola su personal y hermosa aproximación a La Bámbola. Antes, habían intervenido Mª. Ángeles Hermosilla Álvarez, en nombre de la cátedra Leonor de Guzmán, de la Universidad de Córdoba, y la poeta Balbina Prior, como autora del prólogo, que, en la línea del mismo, expuso los avatares de la obra hasta el momento de su publicación y resumió sus características más importantes. Finalmente, tomó la palabra el también poeta Álvaro Quintero Mejía, como representante de la editorial EH, quien mostró su satisfacción por haber contribuido al conocimiento de este libro.   
El acto se celebró en el aula magna de la antigua facultad de Veterinaria, hoy rectorado de la Universidad cordobesa, y, al término del mismo, se obsequió a los presentes con un espléndido aperitivo.    
    
© Dolors Alberola, del texto en cursiva.   
          
Redacción.-