Rafael Esteban Poullet se nos fue con los últimos destellos de un mes de mayo tórrido, lleno de rosas negras. Era un hombre cabal, un poeta exquisito, un soñador tan alto que vivía en las luces del mundo clásico y fechaba sus escritos en la Era de Augusto. Nadie se extrañe, pues, si afirmo que Faelo –así lo llamábamos sus numerosos amigos- era, con todas las de la ley, un helenista, más allá de la metáfora. Con estas palabras inició Domingo F. Faílde el elogio fúnebre del poeta homenajeado, en el acto que tuvo lugar anoche en Damajuana, cuyo aforo se vio desbordado por los muchos amigos de Faelo y lectores en general.
En palabras de
Faílde, humanismo, hedonismo, lenguaje,
fueron las fuentes esenciales donde bebió su lírica, tributaria de una filosofía,
una ciencia, un arte, una política, de cuya semilla ha crecido y fructificado
el árbol de la Utopía. Clásico o helenista, pero nunca marmóreo; decadente,
pero sin patetismo; transgresor, pero sin escándalo: Rafael E. Poullet
conjugaba casi en solitario las raíces con la modernidad y el fruto, ya maduro
y consagrado, fue su propia poética, que inspiró las bellísimas páginas de Yo,
Juan, el discípulo amado, una novela
excelente, y, sobre todo, los poemas de Et in Arcadia ego, El lecho pródigo o Papiros de Tebas.
También destacó
el sutil erotismo de su poesía, cálido y elegante, y su pericia en la creación
de atmósferas, que seduce y abduce al lector, trasladándolo a los espacios
creados, de modo que no sabe muchas veces dónde termina la ficción y comienza
la realidad.
La muerte de Faelo –añadió- nos priva de este amigo tan querido y de una
de las voces más nobles de estas tierras. Nos deja su palabra y el consuelo de
su memoria.
Intervinieron en
la lectura, que fue brillante, los poetas Dolors Alberola, Amaya Blanco, Álvaro
Caputto, Juan Carlos Cabra, Domingo F. Faílde, José Luis Fernández Parejo,
Jesús Graván, Miguel A. Lebrero, Josefa Parra, Julio Rivera Cross, Sol Ruiz y
Maribel Tejero. Excusaron su asistencia con sendos mensajes de adhesión
Verónica Pedemonte y Jesús Fernández Palacios. Juan José Téllez y Mariano
Rivera Cross remitieron poemas, que fueron leídos en el correspondiente lugar.
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Redacción.-