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CONVOCATORIAS

CONVOCATORIAS

Martes 5 de noviembre
19,00 h.
Ateneo de Jerez
Encuentro literario hispano-marroquí. Lectura poética.
Poetas marroquíes:
Hassan Najmi, Mourad El Kadiri, Boudouik Benamar, Azrahai Aziz, Khalid Raissouni, Ahmed Lemsyeh, Jamal Ammache y Mohamed Arch.
Poetas gaditanos:
Josefa Parra, Dolors Alberola, Domingo F. Faílde, Mercedes Escolano, Blanca Flores y Yolanda Aldón.
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18 de diciembre de 2012

Víctor Alija presentó en Cádiz "Whoopita Bella y la historia del Niño de Piedra”


No es lo mismo soñar la vida que vivir un sueño. Sobre todo en estos tiempos tan difíciles que nos toca cruzar. Ya, con el primer volumen de Whoopita Bella, Víctor Alija nos dejó claro que hasta de la cárcel más honda se puede huir con la imaginación; y digo lo de cárcel por las muchas encerronas que la sociedad actual y sus teje-manejes nos tienen echadas. Ahora, un tiempo después, con Whoopita Bella y la Historia del Niño de Piedra, regresan estos pequeños seres de su mano, pero ya vienen preparados para el invierno y las dificultades que, sin duda, traerá en su equipaje. Vestiditos de seta y posteriormente de huevo, atraviesan las tres partes de esta magnífica historia en busca todavía de su papi, el que les fue arrebatado la noche del Río Sordo.
Con estas palabras, Dolors Alberola dio comienzo a su intervención como presentadora del libro, que anoche llenó la sala de Alejandría, en pleno centro de la capital gaditana. En el acto intervino además Neomar Bethencourt, moderándolo con acierto y propiciando la intervención del público.
El libro cuenta las fantásticas aventuras de un grupo de muñecos cabbage, en un entorno mágico donde todo es posible. Sin embargo, “Whoopita Bella y la Historia del Niño de Piedra” no es un libro de niños de tal a cual edad, es un libro sencilla y únicamente para niños, pero no solamente para esos niños que vemos en los parques o en los colegios o en las calles de la ciudad o en los campos; también para los que no vemos y están en los hospitales, los centros de la tercera edad, los juzgados, las cárceles, los mercados, las oficinas… “La Historia del Niño de Piedra” es para el niño que todos los seres humanos llevamos dentro. Es un signo de paz. Es un arma contra la destrucción. Es una señal de alianza. Imagínense un mundo en el que todos creyéramos en el sueño, en la utopía, en la belleza, en el amor. No habría tantas convulsiones y, a su modo, eso es lo que nos enseñan estas páginas. Cuerda son que saca hasta la superficie al niño que pudiera yacer más o menos asfixiado y le deja vivir de nuevo.
Según Alberola, la historia de Whoopita es un libro construido con ingenio, en el que cada parte, más aún: cada capítulo posee vida propia, con una doble intencionalidad, pues se trata, por una parte, de facilitar la lectura, sobre todo a los más pequeños, y, por otra, potenciar la capacidad de ensoñación del lector, que no tarda en sentirse atrapado por el relato y vivir en las carnes de su propia fantasía las aventuras más increíbles y portentosas. Cuando esto sucede, es imposible huir de este mundo fantástico o, dicho de otro modo, abandonar el libro. Víctor Alija lo sabe, cómo no, pues por eso ha sabido imprimir al relato un ritmo trepidante. Todo es acción en él, por más que en cada acto viaje un arsenal de ternura, contado todo ello con un lenguaje limpio, directo, joven y sugerente, que incita a la lectura y abre las puertas al conocimiento.
Luego, el autor refirió algunos pormenores de la creación del libro y respondió a las numerosas interpelaciones o simples preguntas de los asistentes, creando una dinámica participativa que enriqueció el acto. En los tiempos que corren –había dicho Alberola-, marcados por la prisa, la indiferencia y la inmediatez de las cosas prácticas y rentables, resulta sorprendente la imaginación del autor. Asombroso, este joven Verne actual, que nos lleva hábilmente de la mano por territorios inimaginables. Capítulo tras capítulo y casi página a página, Víctor Alija se nos saca de la chistera o de la bocamanga un universo nuevo, creado a la medida de sus sueños, que si no sustituye a la realidad, sí la embellece y eleva, hasta hacerla inocente como un niño y convencer al lector, cualquiera que sea su edad, de que es posible ennoblecer el mundo con unas gotas de magia, otras tantas de poesía y la mirada limpia de quien derrocha amor.

Redacción.-