Dolors Alberola
presentó Dasein en la Feria del Libro
de Jerez. Unos pocos stands y una
pequeña carpa con capacidad para medio centenar de personas, demasiadas acaso
en un evento que, al menos en España, la España gris de hoy, difícilmente puede
competir con el fútbol. No era el caso, a las seis de la tarde del sábado 27.
Y, afuera, bulerías, el palmoteo desconsiderado de un pequeño grupo de
visitantes, que, al parecer, carecen de hábitos cívicos.
Éste es el ser-aquí-y-ahora de que hablara Heidegger,
el río de Heráclito que, tras las últimas lluvias, pasa crecido por el cauce,
demasiado frágil y estrecho, de nuestra existencia.
Para contarla,
para cantarla, para celebrarla y también
para denostarla, se alzó la voz de la poeta. Dolors Alberola, presentada
por Cristóbal Serna y Domingo F. Faílde, contó, a través de su propia
experiencia, la de todos los hombres y mujeres de su tiempo, de todos los
tiempos, bajo un común denominador: somos seres para la muerte y por ello nos
apasiona la vida, buscamos la belleza y nos arrojamos en brazos del amor a
explorar los misterios de un mundo que intenta revelársenos en la ciencia, en
la filosofía y, cómo no, en la poesía.
Ella llenó la
tarde, entre nublada, calurosa y húmeda, de este sábado triste y, por fuerza de
la ruda realidad, sediento de esperanza. El acto fue breve y sobrio. No faltó
nadie ni nadie sobró. Y la palabra abrió de par en par sus puertas.