Ayer, en Cádiz,
Dolors Alberola celebró un encuentro poético en la Biblioteca Pública
Provincial, al que siguió, en el salón de actos de la misma, la presentación de
su libro Dasein. Ambas actividades estaban
enmarcadas en el programa Letras Capitales, que viene desarrollando el Centro
Andaluz de las Letras.
La presentación
de Dasein resultó como se esperaba:
brillante. Josela Maturana realizó una magnífica disección del libro, señalando
el camino que media entre la metafísica como conocimiento del ser y la experiencia de este mismo ser como
protagonista de la vida, en el tiempo y en el espacio; un camino que, en el
caso de este libro, posee una naturaleza muy peculiar: es poesía, que Dolors
Alberola conduce sabiamente a través de sus propias obsesiones y los hechos que
fueron generándolas, hasta elaborar un discurso bellísimo en torno a los
mismos. La figura del padre, el territorio de la infancia, el descubrimiento temprano
de la muerte, la presencia amenazante y continua de ésta, el amor y otros temas
son el pistoletazo de salida de una serie de reflexiones, intensamente líricas,
cuyo común denominador es la existencia .
Y Dolors Alberola
escogió diez o doce poemas, que leyó como en tiempos pasados las piadosas
escuelas aconsejaban orar: bien
pronunciado, creído y obrado, que decía el tristemente célebre catecismo
del P. Ripalda. Es decir, con firmeza y convicción, que la poeta y su presentadora contagiaron a un auditorio que, en realidad, ya
estaba convencido y siguió la lectura con devoción, en un silencio sobrecogedor.
Un acto, en fin,
hermoso, que tuvo el colofón acostumbrado de la firma de algunos ejemplares. Y,
cómo no, el vaso de bon vino,
imprescindible en casos como éste, desde que hace ocho siglos así lo demandase
Gonzalo de Berceo.
Redacción.-