En el coloquio
que siguió a la presentación de La mala
letra, una joven lectora, que empieza ya a ensayar su paso a la escritura,
preguntó a Domingo F. Faílde cómo había surgido este libro. El autor respondió
que haciéndose preguntas sobre el sentido de todo cuanto le rodea, incluyendo
la propia poesía y, desde luego, la imposibilidad de encontrarles una
respuesta. Luego, a instancias de Lola Crespo, maestra de ceremonias
imprescindible y brillante presentadora, explicó, una vez más, su concepto de
poesía en fase terminal. Es la expresión de un estado de rebeldía –dijo, entre
otras cosas-, la del reo de muerte que, sabiéndolo todo perdido, se siente más
libre que nunca y se manifiesta con total libertad, sin prejuicios de ninguna
clase, sin temores, sin intereses que cultivar ni defender.
Así resumía el
espíritu de La mala letra, cuyos pormenores
y entresijos acababa de glosar Lola Crespo, que condujo con mágica autoridad
una velada espléndida, propiciando un encuentro tête-à-tête entre el autor y un
público compuesto mayoritariamente por poetas, cuya intervención dispensó a
Domingo F. Faílde de efectuar la consabida lectura de poemas y, a cambio, le mostró
cuáles eran los preferidos de cuantos previamente se habían acercado a su obra:
Elena y Carmen, Ana Isabel Alvea, Carmen Herrera, Jesús Cárdenas, Lorenzo
Ortega, Francisco Basallote, Lola Almeyda y la propia Dolors Alberola fueron
los prestatarios de la voz, que hicieron sonar los versos de Faílde, quien, antes
de cerrar el acto con la lectura de dos poemas del libro, agradeció el gesto y,
citando al Machado de Juan de Mairena
y a Rafael Alberti, recordó a los presentes que un poeta no logra la verdadera
consagración hasta que los lectores se
apropian de sus versos. Lo ocurrido esta
tarde –dijo- me engrandece, pese a no
merecerlo.
La lectura de los
poemas, algunos intermedios y el broche final contó con la aportación musical del pianista y
compositor David Postigo, cuya actuación constituyó un auténtico lujo estético.
El acto se
celebró en La Carbonería, uno de los más grandes santuarios literarios de
Sevilla. Tardará mucho tiempo en olvidarse.
Redacción.-